la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 25 de noviembre de 2015

¡Florentino, dimisión! / por Juan Manuel Rodríguez



"...Estoy convencido de que cuando, dentro de cincuenta años, se mire hacia atrás sin la ira de la barricada que hoy todo lo ciega y se analice con un mínimo de seriedad en qué estado cogió Florentino Pérez al Real Madrid y cómo lo dejó al final de su mandato, se dirá de él que fue el Santiago Bernabéu del siglo XXI..."


¡Florentino, dimisión!

La escena es la siguiente: sentado en una silla de madera de la habitación que ocupa en el hospital Gregorio Marañón, en el que acaba de ser ingresado debido a una grave afección pulmonar, Santiago Bernabéu de Yeste, el hacedor del Real Madrid, se sincera, concede una de sus últimas entrevistas y hace tranquilo balance de su larguísima y fructífera etapa (ni más ni menos que 35 años) en la presidencia del club blanco. El periodista titula su entrevista "Santiago Bernabéu, el patriarca blanco", y entresaca tres de las frases pronunciadas por el preclaro factótum merengue, el faro que guió a un modesto club deportivo hasta el puerto de las seis Copas de Europa o las dieciséis Ligas, el emblema al que aún hoy apelan honradamente en tiempos de crisis muchos socios y aficionados madridistas y con cuyo apellido juegan malévolamente muchos antimadridistas, de un modo muy similar a como acariciaba su gato blanco el pérfido Ernst Stavro Blofeld, el líder de SPECTRE.

Las frases pronunciadas por don Santiago, el hombre que lo fue absolutamente todo en el Real Madrid, desde jugador hasta delegado pasando por ayudante del entrenador, directivo y, por último, presidente, deberían llamar a la reflexión del madridismo aunque soy pesimista al respecto. Sincero, consciente de que la parca se agazapa a la vuelta de la esquina, Bernabéu hace testamento y dice esto:

"Cuando voy de visita al cementerio me encuentro muy a gusto... ¡Aquel silencio!..."

"Una sola cosa he hecho mal: ser presidente del Real Madrid".

"Idi Amín Dadá es un criminal mundial. ¿Es justo que me comparen con él?"

Seguro que habrá por ahí quien asegure ser una fuente bastante más fiable y certera sobre lo que pensaba Santiago Bernabéu que el mismísimo Santiago Bernabéu, pero yo no me atrevería a descartar del todo la posibilidad de que Bernabéu supiera más acerca de sí mismo y de lo que sentía que quienes, aún hoy, apelan a su obra y le citan como loritos sin haberle conocido de nada. Y lo que, al final de su vida, en el momento de la verdad, a la hora de hacer un descarnado balance desprovisto de clichés, de frases huecas y de lugares comunes, transmitía el hombre que creó el Real Madrid tal y como hoy lo conocemos, era una profunda frustración, una terrible desazón, una inmensa soledad y una honda decepción, causadas paradójicamente todas ellas, según quiero entender yo, no por los enemigos del Real Madrid sino por los propios madridistas; frustración, desazón, soledad y decepción que, todas juntas, le llevaron a confesar al inigualable Santiago Bernabéu, ya sin la prevención de tener que quedar bien con nadie salvo consigo mismo, que lo peor que había hecho era ser presidente del club blanco.

Estoy convencido de que cuando, dentro de cincuenta años, se mire hacia atrás sin la ira de la barricada que hoy todo lo ciega y se analice con un mínimo de seriedad en qué estado cogió Florentino Pérez al Real Madrid y cómo lo dejó al final de su mandato, se dirá de él que fue el Santiago Bernabéu del siglo XXI. Cuando Florentino llegó a la presidencia por primera vez, el Real Madrid era un club de fútbol viejo, con estructuras caducas y anquilosadas, un club con evidentes problemas económicos y que hacía mucho tiempo que había dejado de resultar atractivo para las grandes estrellas del fútbol mundial, que solían irse a otros sitios. Pero, transcurrido ese medio siglo, cuando todos reposemos tres metros bajo tierra, a nadie le importará ya un carajo nada de esto.

Si el Real Madrid logra sobrevivir al madridismo, que eso está aún por ver, si el estadio Santiago Bernabéu no acaba cerrando y en ese terreno se construyen un gimnasio, un restaurante y un Corte Inglés, cuestión ésta que ahora mismo me parece un sueño irrealizable, otro presidente sufrirá la maldición de la sombra pluscuamperfecta del padre fundador, que, por mucho que nos duela a todos, justo antes de morir, sin hipotecas que defender y desprovisto de caretas, renegó en vivo y en directo de sus propios seguidores, muchos de los cuales continúan diciendo hoy "amén" a lo que él hizo sin saber exactamente por qué sí ni por qué no. Del "¡Bernabéu, Idi Amín!" hasta el "¡Florentino, dimisión!", empiezo a temerme lo peor: que don Santiago tuviera razón y lo peor del Real Madrid no sean sus enemigos ni la envidia que genera sino los propios madridistas. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario