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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 3 de mayo de 2017

8ª de feria en Sevilla. Media faena preciosista de Morante y otra medio rotunda de Perera se quedan sin premio por sus fallos con la espada / por J.A. del Moral



Cada día que pasa, la gente sigue hablando de la corrida de Victorino Martín y algunos, entre los que me encuentro, también de la de Torrestrella. Islas ganaderas en medio de un desierto de reses sin fuerza ni casta. La siempre respetable y generosa actitud del público parece de engaña bobos. Nos agarramos a clavos ardiendo… Y esto continúa yendo mal. A qué engañarnos…


Media faena preciosista de Morante y otra medio rotunda de Perera se quedan sin premio por sus fallos con la espada

J.A. del Moral  · 03/05/2017
Continúa el rosario de corridas flojas, más o menos manejables y de larga duración que a ratos se hacen insoportables. Ayer le tocó el turno a la ganadería de los dos hierros de los Matilla, sita en la salmantina Peña de Francia. No se llenó la plaza, seguramente porque la gente empieza a hartarse de festejos sin grandes contenidos. Los preciosismos de Morante se celebraron con exclamaciones inapropiadas. Otro tanto la proverbial quietud y redondez de Perera. Ambos contaron con los dos toros más potables del envío. Javier Jiménez trabajó lo su suyo en artístico tono menor con parecidos resultados que sus más ilustres compañeros.

Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Martes 2 de mayo de 2017. Octava de feria. Tarde primaveral con más calor que las anteriores. Tres cuartos de entrada.

Seis toros de los hermanos Matilla, el primero con el hierro de Peña de Francia. Bien presentados con desiguales cabezas. Todos muy nobles en distintos grados de fuerza, escasa en líneas generales y diversa manejabilidad. El primero tardeó y punteó más de la cuenta. El segundo no cesó de huir de los engaños. El tercero pareció tener más fuerza que los anteriores. Más enterizos los de la segunda mitad.
Morante de la Puebla (negro y azabache): Estocada, saludos. Pinchazo, otro hondo y descabello, aviso y gran ovación con saludos.
Miguel Ángel Perera (verde inglés y oro): Estocada trasera, ovación. Bajonazo, aviso y ovación con saludos.
Javier Jiménez (añil y oro): Pinchazo y estocada, aviso y ovación con saludos. Media estocada, ovación con saludos y a casa.
En varas destacó Francisco Doblado. Y en banderillas, Curro Javier, Javier Ambel y Abrahán Neiro.

Pesa la feria y se nota en las taquillas. Pesa, sobre todo, por el pobre juego del ganado y por la excesiva duración de los festejos a cuenta del retraso en iniciarse el paseíllo por culpa de las exigencias que impone la retrasmisión de los festejos en directo por televisión que exige entrevistar a los protagonistas; y También por la nube de fotógrafos que inundan el ruedo para sacar planos en corto de los espadas. Algo que, dicho sea de paso, debería prohibirse tajantemente porque empaña la belleza del desfile de cuadrillas.

Cada día que pasa, la gente sigue hablando de la corrida de Victorino Martín y algunos, entre los que me encuentro, también de la de Torrestrella. Islas ganaderas en medio de un desierto de reses sin fuerza ni casta. La siempre respetable y generosa actitud del público parece de engaña bobos. Nos agarramos a clavos ardiendo… Y esto continúa yendo mal. A qué engañarnos…

Ayer actuó Morante por tercera vez sin tocar pelo y le falta la última que será la cuarta. Empieza a parecernos demasiado. Tantos festejos de vacío en resultados nos hacen recordar los últimos años de Curro. Ayer, al menos, tuvimos que contentarnos con sus verónicas de recibo al primer toro, que no dio para más, y con su faena preciosista en la que los muletazos más bellos alternaron con otros sin calambre aunque lo bueno fue progresivamente a mejor y celebrado como acontecimiento hasta pasarse de rosca en el tiempo. Escuchó un aviso antes de entrar a matar. Y como no acertó al primer envite, la cosa acabó en prolongada ovación con saludos. Morante es de los que nunca quieren dar una vuelta al ruedo y sus fieles se quedan con ganas de seguir aplaudiéndole.


Miguel Ángel Perera naufragó con el segundo toro de la tarde que no cesó de huir hasta de su propia sombra. No entendí que el quite lo hiciera por chicuelinas, lance que no recoge al toro sino que le despide. Perera exprimió su faena hasta llegar a las tablas que fue a donde el animal se fue rajado al final. La mayor ovación en la lidia de este toro se la ganó Curro Javier al banderillear.
Con el más enterizo y mejor quinto cambió la decoración para mayor disfrute del torero y de los espectadores. Bien a la verónica en el recibo, Buen quite por tafalleras y gaoneras quietistas, muy ajustadas. Y una faena marca de la casa a base de firmeza y de temple, fundamentada por el mejor lado derecho del toro y terminada con un serio arrimón. Los arrimones de Perera son netamente ojedistas y, por ello, son más celebrados que los que les imitan. Hubiera cortado una oreja con fuerza. Pero se le fue la mano a los bajos al entrar a matar y tuvo que contentarse con una nutrida ovación.

Javier Jiménez aprovechó como buenamente pudo a sus dos toros, abusando del toreo por las afueras. Nadie se lo recriminó por aquello del paisanaje. Pese al continuo e inagotable apoyo del público, sus dos larguísimas labores con la muleta no pasaron de vulgares. Pareció que el muchacho no daba para más en sendas acumulaciones de inagotables muletazos sin estructurar. Y ni siquiera había ayudado en la taquilla.

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