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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 11 de marzo de 2018

11M/2004 – 8M/2018: la izquierda golpista toma las calles 14 años después.


Catorce años después de aquel trágico 11 de marzo


 "mientras no se sepa quién ideó y perpetró el 11M, en España todos los días serán 11M". Pues no se sabe. Y por eso, hoy, 11 de marzo de 2018, estamos como en 2004.


11M/2004 – 8M/2018: 
la izquierda golpista toma las calles 14 años después


Hoy se cumplen catorce años de la masacre que cambió la historia de España. Cien veces lo hemos escrito aquí; mil veces lo hemos repetido en la radio y, cuando hemos podido, por la televisión: "mientras no se sepa quién ideó y perpetró el 11M, en España todos los días serán 11M". Pues no se sabe. Y por eso, hoy, 11 de marzo de 2018, estamos como en 2004.

Esta misma semana, como prueba de que los golpes de Estado que no se aclaran, depuran, juzgan y eliminan están condenados a repetirse, hemos visto a la izquierda mediática y política tomando otra vez las calles, tratando de imponer por las malas lo que las urnas le niegan por las buenas. Y como la derecha no quiso aprender del 11M/2004, que vino precedido de dos años de agit-prop callejero a cuenta del Prestige y la Guerra de Irak, catorce años después, no sólo ha desertado de la lucha ideológica y se ha organizado para resistir la movilización en la calle de unas fuerzas que se ponen deliberadamente fuera del sistema para apoderarse de él, sino que se les ha unido, haciendo como que no sabía que la operación iba contra ella.

¿Qué hacía Ciudadanos en una manifestación contra ellos?

Dejando aparte el espectáculo cómico-dantesco de Rajoy con lacito morado (le faltó hacerse un kiki con él) el momento más lamentable del 8M/2018 fue el padecido por las representantes de Ciudadanos, Begoña Villacís y Patricia Reyes, en la manifestación tras la "huelga feminista". Abroncadas, insultadas, y no más agredidas porque la policía se interpuso, la que puede ser dentro de un año alcaldesa de Madrid, que ya había dicho que no estaba de acuerdo con la huelga, declaró entre el griterío del rojerío femicomunista: "¡Luego dirán que esta manifestación no está politizada!"

Por supuesto que lo estaba. ¿No lo sabía Villacís? Y si lo sabía, ¿por qué participó en una mascarada siniestra, contra su partido y el PP? Era la segunda fase de un proceso de recuperación de la iniciativa política, ante su hundimiento en las encuestas, de una izquierda decididamente golpista, con Podemos a la cabeza y el PSOE a la cola.

Antes, fue la de los pensionistas, orquestada por las "mareas" de obediencia podemita, los veteranos del "nunca mais", que tres lustros después del "Prestige" ya están en edad de jubilarse. Y tras el secuestro del Día de la Mujer Trabajadora por un rebaño de multimillonarias mediáticas y sus dos machotes, Pablote y Pedrote, vendrá la tercera fase de agitación callejera: la de estudiantes y profesores, a la vuelta de Semana Santa. Con esto y el circo de tres pistas Barcelona-Waterloo- Moncloa, llegamos al verano. Puede haber nuevas elecciones en Cataluña pero seguirá la vieja financiación del golpe de Estado por el Gobierno que debería detenerlo.

Lo que se busca es la desestabilización callejera de un proceso de recuperación de las instituciones representativas que, tras el 1 de Octubre, el discurso del Rey y las grandes movilizaciones nacionales, había colocado a la izquierda, según todas las encuestas, en una pésima posición ante las elecciones municipales, autonómicas y europeas del año que viene. Si la izquierda quería darle la vuelta a los pronósticos, la campaña tenía que empezar cuanto antes. Y hay que ver cómo ha empezado. Y de qué manera.

El extremismo izquierdista en los medios

Cristina Losada, una de las firmantes del extraordinario manifiesto No nacemos víctimas, brillante réplica feminista y liberal al grotescamente analfabeto y zafiamente totalitario de la grey podemita, el oficial ha escrito que la huelga y manifestación del 8M fueron convocadas por los medios audiovisuales, no por los partidos. O sea, exactamente lo mismo que hace dieciséis y catorce años. Porque del "Prestige" y la guerra de Irak al 11M, lo que se impuso en España fue una violenta movilización callejera contra las instituciones representativas, en la que los periodistas llevaron la voz cantante, protagonizaron espectáculos antiparlamentarios tan bochornosos como el de los fotógrafos a Aznar en el Senado tras la muerte de Couso, y asumieron, con el cerco teledirigido por la SER a las sedes del PP en la Jornada de reflexión del 13M, la representación de los partidos golpistas. Rubalcaba y Zapatero se limitaron a recoger las nueces del árbol agitado por el "suicida" García Ferreras "Tres-capas-de-calzoncillos" y Cebrián.

Lo que más ha llamado la atención es el protagonismo de todas las estrellas multimillonarias de la televisión en la convocatoria. Pero hay que reseñar que la huelga como tal, que era lo que se convocaba, fue un fracaso absoluto fuera de los platós de televisión. Y dentro, porque los programas los protagonizaron hombres, demostrando que se podían hacer sin mujeres. El éxito –relativo si se la compara con las que hace pocos meses llenaron Barcelona de banderas nacionales contra el golpe de Estado separatista- se produjo en la manifestación. Y aunque las bochornosas imágenes de la extrema izquierda feminista fueran ocultadas cuidadosa y arteramente por los medios convocantes –con PRISA al frente, como en 2004- lo que se trataba de dilucidar políticamente era si el Centro-Derecha se tragaba el "relato" de lo sucedido, que, repito, fueron dos cosas: una huelga contra la libertad de las mujeres, que fracasó estrepitosamente, y una manifestación de postureo feministo, que triunfó en cantidad pero naufragó en calidad.

El "relato" de la Izquierda, asumido por la Derecha

Y el PP se lo tragó. Feijoo, que empezó mal la semana folloneando, llegó a decir que "la calle es un clamor". ¿Y cómo es posible que si la calle era ese clamor que dice, las fábricas y empresas fueran un remanso de silencio laboral, sólo roto por las manifestantes que, atropellando a las trabajadoras, aullaban frente a Zara "¡La talla 38 me aprieta el chocho!"?

Lo normal en el Centro-Derecha habría sido defender a las que el 8M quisieron trabajar y no pudieron o lo hicieron con dificultad. Lo razonable era apoyar el manifiesto feminista liberal y no desautorizar a sus ministras (Cospedal, Tejerina) o presidentas de comunidad (Cifuentes) como hizo el siempre machuno Rajoy en el Senado. Y Rivera, responsable de que todos -y todas- en Ciudadanos sean carne de televisión, sobre todo de la Sexta, calló como acostumbra, esperando que escampara como un Rajoy juvenil.

Las multimillonarias estrellas de la tele que denunciaban valientemente la brecha salarial, han ocultado en su "relato" lo que realmente sucedió en la manifestación –y estaban allí-, desde las pruebas de intolerancia política –Villacís y Reyes- a la más atroz grosería estética, desde las que pasearon a la Santa Vagina (tras anunciar el apoyo de la Virgen al 8M, Osoro no sacó a la de la Almudena, menos mal) a unas brujas que ahumaron entre conjuros presuntamente andinos y fieros gestos de mucho ¡¡uuuhhh!! las aceras rotas y zanjas abiertas de la Pachamama madrileña.

LD publicó una gran crónica de Elena Berberana sobre la archipijería hembrista y unas fotos tremebundas de Carmelo Jordá que muestran la insondable cutrez, la burda zafiedad, el feísmo atroz de lo que, por desgracia, no ha sido una jornada para olvidar. En rigor, debería servirnos para recordar aquel 11M de hace catorce años, que empezó con lo que los listillos del PP llamaron "algaradas sin importancia" y "carnaval de ocurrencias". Asomémonos a este esperpento, meditemos sobre su significado y pongámonos en lo peor.




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