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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 12 de marzo de 2018

SAN ISIDRO 2018: CASOS Y CASAS / por Antolín Castro


Juan Carlos I presente en la gala de presentación San Isidro 2018

 Gonzalo Caballero se encargó de hacer visible el toreo que no es previsible; sacó su muleta y sometió por bajo al poderoso empresario, Simón Casas. Lo desnudó ante el asombro general al tiempo que reclamaba lo que era suyo: Un trato acorde con sus méritos. Insólita escena que sin embargo nos hace recuperar la torería, la vergüenza torera, la raza, las ganas de ser pese al sistema. 

SAN ISIDRO 2018: CASOS Y CASAS

Se presentaron los carteles de la Feria más importante, y larga, muy larga, del mundo. Una vez más con una gala, no una rueda de prensa, que excluye a muchos de quienes hacemos periodismo. Está visto que hay que ser figura en cualquier actividad, si no es así te quedas fuera… de la feria, de la gala, de todo.

La gala, por todo lo alto, con luces, actuaciones y personajes invitados, incluido el Rey Emérito Juan Carlos, pero sin atisbo de que surjan preguntas incómodas. Todo es como en las corridas de las figuras, toros a modo, público a modo, a favor de corriente. En esos eventos no cabe la improvisación, ni se deja resquicio alguno para que alguno del siete saque un pañuelo verde. Ni eso.

Ya vendrán los festejos. La democracia y pluralidad que suponen sus más de veinte mil localidades habitadas, permitirán que haya discrepantes con lo que se ha presentado y se presencia. Se recuperará la normalidad. Hasta ahora todo han sido adornos, parafernalia de cara a la galería. Que conste que no lo criticamos, allá cada cual con su camino, pero la mejor feria del mundo requiere algo más que un desfile plastificado y muchos focos.

La improvisación es una de las esencias del toreo, la capacidad de sorprender es consustancial para trascender del ruedo a los tendidos. Hoy en día casi todo es previsible en las plazas y así lo quieren también en las presentaciones. Pero la capacidad de sorprender siempre existe… y en esta ocasión existió.

A pesar de mostrarlo todo como el ‘no va más’, no es así, pues a la feria siempre le han de faltar nombres y mejores combinaciones de toros y toreros. Es, además, lógico. Existen demasiados condicionantes para que entren unos y no otros. Y a la ausencia dicha la pasada semana de Urdiales, se añaden otras, incluso de toreros premiados en la anterior feria. Craso error e injusticia manifiesta con Gonzalo Caballero, por lo que no se puede presumir de los mejores carteles. Para serlo han de estar aquellos que se lo ganaron o que gozan del prestigio de estar en esa plaza.

No hace falta que enumere aquellos toreros acartelados que tienen muchísimos menos méritos que los citados -no van por ahí mis palabras- pero si resaltar la injusticia que supone que éstos no estén.


Gonzalo Caballero se encargó de hacer visible el toreo que no es previsible; sacó su muleta y sometió por bajo al poderoso empresario, Simón Casas. Lo desnudó ante el asombro general al tiempo que reclamaba lo que era suyo: Un trato acorde con sus méritos. Insólita escena que sin embargo nos hace recuperar la torería, la vergüenza torera, la raza, las ganas de ser pese al sistema. 

La gala de presentación, en ese momento, supo a lo que siempre ha sido el toreo: Espontaneidad, improvisación, naturalidad y, sobre todo, autenticidad. Exponiendo de verdad.

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